LA ARGENTINA CORRUPCIÓN, Y DESPUÉS

LA ARGENTINA CORRUPCIÓN, Y DESPUÉS

 

 

José de San Martín

      por Roberto Alifano

 

     Sean eternos los laureles que supimos conseguir…

 

José de San Martín, nuestro venerado prócer de la Independencia, dejó como al pasar una máxima que explica bastante lo que sería el destino argentino como nación: «Serás lo que debas ser o no serás nada».

Esta expresión de nuestro héroe nacional entraña un determinismo, una predestinación tajante o, tal vez, una vocación a la que el hombre debe aferrarse al sólo efecto de cumplir con una especie de designio sobrenatural. Si una persona es fiel a este precepto quizá alcance su autorrealización mientras que, de lo contrario, literalmente “será nada” o una cosa muy diferente de aquella a la que estaba destinado. El concepto de nuestro Libertador suele ser pronunciado por alguien que le señala a otro seguir su instinto o su vocación más profunda, porque si no, tarde o temprano, se arrepentirá.

 

 

Dólares U.S.A.

 

Qué premonitorio resulta en estos días en que se cumplen los doscientos años de nuestra discutida Independencia. Aquí estamos, quizá menos melancólicos que amargados tratando de disimular nuestros endémicos males con una doble escarapela en el pecho (¿consecuencia quizá de la inflación), que simplemente muestra los colores borbones característicos de nuestra enseña patria. Casi desde siempre la corrupción lo ha manchado todo mientras seguimos mirando en actitud de rezo a los cuatro puntos cardinales acaso como pidiendo auxilio.

Las frustraciones sociales, políticas, gremiales y hasta las deportivas se extienden a lo largo y a lo ancho de nuestro territorio como un reguero de basura que huele feo y contamina todo. Un ex funcionario del gobierno kirchnerista aparece impunemente revoleando sobre los muros de un convento millones de dólares obtenidos con coimas de la obra pública; esto es, de dineros mal habidos por facinerosos a los que nada les importa la pobreza de sus conciudadanos (más o menos como a principios del siglo pasado nuestros niños bien “tiraban en París manteca al techo”, con la diferencia de que era dinero propio).

La melancolía y el mal humor nos sacuden y crecen como una forma de desconsuelo. Nadie va preso y el que está entre rejas hasta ahora no tiene condena. Y sigue a la espera con sonrisa que le abarca de manera impune toda la cara. Solo en la Argentina los padrinos pueden farrearse el país y seguir participando de paneles de televisión. Un triste programa de la televisión pública (678), que escandalizó a muchos argentinos fue levantado, en tanto que sus panelista reclaman una fabulosa indemnización.

¡Pobre patria, tener que festejar doscientos años de Independencia en esta miserable condición!

Tal vez no sea aventurado afirmar que la decadencia nos arrasa. Acaso este juicio puede llevar a la polémica y no a la certeza; digamos que sigue siendo otro llamado de atención. ¿De qué sirve la libertad en manos de mafiosos?

Más que inversiones económicas nuestro país necesita una gran inversión moral. De ahora en más los políticos además de sus declaraciones juradas deberían presentar una radiografía ética.