EL LECTOR DEFINITIVO

EL LECTOR DEFINITIVO

VOLVER A LA LECTURA, EN OTRO IDIOMA.

 

Franz Eybl, Lesendes Mädchen (1850)

 

di Luciana Zollo

 

La historia de un lector abarca toda su vida. En la edad temprana se fijan cimientos indestructibles, a prescindir de cualquier desarrollo futuro, de los gustos que se cultivarán y de los hábitos que se conformarán con el tiempo. Esta dinámica no es exclusiva de la lectura y del amor por los libros, ya que en la niñez se va formando, voluntaria o involuntariamente, por el deseo de los padres o como consecuencia de la  escolaridad, un verdadero patrimonio de enseñanzas  y habilidades: tocar un instrumento, educar la voz, hablar un idioma y acceder a otros saberes que quedan inscriptos en la memoria como un  auténtico capital  latente, disponible en caso de necesidad o posible respuesta a futuros deseos. En la edad adulta, bajo otras circunstancias de vida y frente a renovadas exigencias, solemos recurrir a aquel patrimonio, bien guardado en la mente y en los  sentidos. Y allí están, esperándonos, los conocimientos musicales, el idioma de nuestra familia de origen o de nuestra crianza, los rastros de experiencias y de enseñanzas que remontan a los primeros años de vida.

 

 

Giuseppe Ungaretti

 

De tal manera, cuando una persona adulta decide estudiar o perfeccionar un idioma extranjero, pueden darse dos condiciones: la de un lector entrenado y activo en su propio idioma, o la de alguien que, después de haberse iniciado a la lectura en su infancia o adolescencia, haya descuidado o perdido el hábito de leer.  En ambos casos el contacto, la práctica y el estudio del idioma extranjero funcionan como un estímulo poderoso: se presentan nuevas oportunidades de lectura de textos y de encuentro con autores, mientras va madurando el deseo de acceso a la versión original de las obras literarias.

 

 

Italo Calvino

 

En el caso del idioma italiano, los lazos históricos, sociales y culturales que lo mantienen arraigado en la identidad misma de los argentinos son fuertes y profundos. Para tener una idea de su dimensión, es suficiente una breve exploración histórica del destino de los italianos en Argentina, destino determinado por las olas migratorias que se desplazaron entre Europa y América en los últimos dos siglos, por la política y la normativa de ambos países con respecto a los migrantes, por los movimientos culturales e ideológicos internacionales a partir del siglo XIX y, ya en las últimas décadas, por la consecuencias de la globalización. Es por lo tanto muy frecuente, hasta casi natural, no sólo que muchos argentinos estudien el italiano o deseen que sus hijos aprendan este idioma, sino que cultiven un interés auténtico hacia las  expresiones culturales de Italia. En muchos casos el acercamiento a la lengua se produce a través de la lectura: una nota de información o de divulgación periodística, un poema de Giuseppe Ungaretti,  una novela de Italo Calvino o un ensayo de Umberto Eco funcionan como verdaderos puentes tendidos entre Italia y Argentina. Cuando decide recorrerlos, el estudiante de idioma, atraído por una notable variedad de conocimientos y mensajes culturales, hace revivir su capacidad, su sensibilidad, sus preferencias y sus estrategias  como lector.

En un adulto, el deseo y la voluntad de acercarse a la lectura significan un retorno, el contacto con una reminiscencia y, en muchos casos, la necesidad de satisfacer una asignatura pendiente: en algún momento del pasado haya probablemente quedado frustrada la posibilidad de convertirse en lector. Y en el presente, con el tiempo ya transcurrido, aparece una nueva oportunidad. Es éste el momento que nos interesa: ¿cómo facilitarlo, cómo promoverlo, cómo acompañarlo y, sobre todo, cómo cuidar de no frustrarlo? El idioma “otro” interviene positivamente en la activación de este momento creativo y puede favorecer su desarrollo de manera satisfactoria.

 

 

Umberto Eco

 

Por otro lado,  es indiscutible el rol de la lectura como herramienta para la emancipación intelectual, un proceso que no conoce diferencias de edad ni de cultura y que representa, para el individuo, un valioso aporte a la construcción de sí mismo. Me refiero a la   emancipación intelectual como a la capacidad de un sujeto de reconocerse a sí mismo, antes que todo, y luego de ser consecuente con este auto reconocimiento, para promover y realizar capacidades, habilidades y potencialidades. Según la definición de Jacques Ranciére[1], «la emancipación intelectual consiste en aprender a ser hombres iguales en una sociedad desigual». En este sentido, la igualdad no se concibe como un logro, ni como una conquista, sino como una condición que el sujeto vive y puede verificar a través de su propia experiencia, en el tejido mismo de sus vivencias.

La lectura, entendida como un acto de apropiación, de interiorización, de asimilación y reelaboración del mensaje de los textos y de sus autores, es una herramienta esencial para el autoconocimiento, el reconocimiento de la propia condición intelectual y, en definitiva, de la realización de la condición humana misma, presente y palpitante en cada individuo. De tal manera puede cumplirse el camino individual y autónomo de la emancipación intelectual.

 

 

Jacques Ranciére

 

Según este enfoque, es posible establecer una diferencia entre el ser instruido y escolarizado, que es siempre un sujeto colectivo, parte  de una sociedad y resultado de un proyecto educativo, y el  lector como individuo, partícula indivisible flotante en el océano del pensamiento y del saber. Por lo tanto cada acto de lectura, aún guiado u orientado, es único, personal y exclusivo del propio sujeto lector. La fuerza emancipadora de la lectura es evidente. Un hábito de lectura autónomo y original, recuperado en edad adulta, de manera consciente y amorosa, es estrictamente funcional al proceso de emancipación intelectual y resulta muy pertinente a la hora de focalizar el objetivo, y la función, de la lectura en un contexto de  pensamiento complejo y de sociedad globalizada como es el  de la actualidad. Las manifestaciones apremiantes de una crisis generada por formas de desestabilización socio-económica, donde influyen masivamente las transformaciones tecnológicas de la cultura en todos sus aspectos, hacen deseable para los ciudadanos una conciencia que sea el fruto de una satisfactoria emancipación  intelectual.

Volviendo a las palabras de Rancière[2], «La igualdad es fundamental y ausente, es actual e intempestiva, siempre atribuida a la iniciativa de los individuos y de grupos que, contra el curso ordinario de las cosas, asumen el riesgo de verificarla, de inventar las formas, individuales o colectivas, de su verificación. Esta lección es hoy, más que nunca, actual».  La comunidad de los lectores es una comunidad de iguales, por definición. Sin dudas, es ésta una reminiscencia del Siglo de las Luces….¿será que nuestro presente necesite de mucha luz?

La emancipación intelectual es activa en aquellas personas que deciden incorporar a su día de vacaciones en la playa unas horas de lectura, o que hacen preguntas on line a la biblioteca de su ciudad, o que deciden participar de los encuentros semanales de un grupo de lectura de clásicos; por lo tanto, pertenecen a pleno título a esta cofradía los estudiantes y apasionados de la lengua  italiana que piden ser guiados en la lectura de novelas, poesías, relatos y variadas expresiones de una larga y amplia tradición literaria. En este caso el proceso emancipatorio consiste en la autonomía de decisiones y de elección, en la conciencia y la confianza de poder utilizar conocimientos y capacidades propios para enfrentar una experiencia intelectual, y eventualmente continuarla y enriquecerla en un futuro. Se trata de un procedimiento que otorga  poder, prescindiendo del título de estudio, de la profesión y de las jerarquías culturales consagradas: solo se trata de convocar los recursos individuales preexistentes, que esperaban ser despertados y puestos en actividad, y darles impulso.

 

 

Hakan Günday

Mientras redactaba esta nota tuve la oportunidad de leer un cuento que por su intensidad me capturó y me hizo pensar. Para focalizar su complejidad y tratar de penetrar su profundidad lo volví a leer varias veces. El autor es Hakan Günday, quien nació en Estambul en 1976, estudió en Ankara y en Bruselas. En 2015 le fue otorgado en Francia el Prix Médicis a la mejor novela extranjera, para su obra Daha (en francés Encore, palabra traducida en castellano como “Aún”). El título reproduce la primera, y en muchos casos la única, palabra aprendida por los refugiados orientales al llegar a Turquía. Mediante esta palabra ellos expresan su desamparo y carencia de todo. El cuento que cayó en mis manos, titulado con irónica crueldad “El traficante niño”, describe la vida cotidiana del hijo de 12 años de un traficante turco de migrantes clandestinos. El niño trabaja con su padre y va a la escuela, donde sus pares construyen alrededor de él un muro de hostilidad. Su único amigo, el hijo de un sargento de policía, le presta una copia de Robinson Crusoe, tratando de seducirlo con el argumento: se trata de la historia de “un comerciante de esclavos que termina en una isla desierta”. Sin embargo, a pesar de su curiosidad, el protagonista devuelve inmediatamente el libro, sintiendo que no tiene tiempo para leer, ya que le es imposible introducir en su realidad el refugio de la ficción. Así lo expresa en un breve monologo interior: «...éste es el problema: la vida parece una novela. Sin embargo, es sólo vida. Y no se convierte en una novela por el simple hecho de contarla. Quizás se parezca más a un informe de autopsia...temático. Las bibliotecas están colmadas de informes temáticos de autopsias. Encuadernados o menos, todos relatan la historia de una piel arrugada»[3].

Para el niño obligado a llevar una vida brutal y sin esperanza, leer es imposible. La conciencia de no poder acceder al libro coincide con la conciencia de no tener oportunidad de niñez. La negación de la experiencia de lectura como negación de un valioso nutrimento sobrevuela el final del cuento donde se afirma que los niños, antes que todo, necesitan alimentarse y crecer  para convertirse en hombres.

El mejor futuro que podemos imaginar para el protagonista del cuento de Hakan Günday es que , algún día, pueda retomar el libro, que pueda volver a la lectura de Robinson Crusoe, para tener la posibilidad de construirse a sí mismo y lograr de tal manera sostenerse en la vida, en fin, de alcanzar su emancipación.

La historia del niño traficante es esclarecedora para observar y comprender el camino de las numerosas personas que concurren a clases de historia, de literatura y cine, a grupos de lectura y de escritura creativa en un idioma extranjero, en nuestro caso el italiano. Y la lectura es la práctica aglutinante y mediadora, el puente por excelencia entre el arte y lo cotidiano, lo personal y lo universal, una dimensión y otra.

Hablar del lector adulto nos reconduce siempre, inevitablemente, al lector niño. Al origen de cada adulto que se acerca a la lectura hay un germen, un nudo en la infancia o juventud relacionado con la experiencia de leer y con la posibilidad de convertirse en lector. Infinitas pueden ser las circunstancias bajo las cuales la decisión, vislumbrada en un determinado momento, quedó aplazada, postergada. El lector adulto vuelve a apostar a  la lectura como a un recurso vital, retomando un camino iniciado en un momento lejano, atrás en el tiempo. En la mayoría de los casos la decisión de retomar este camino es exitosa, y definitiva.

                                                         Buenos Aires, marzo de 2016

 

BIBLIOGRAFIA

 

Borges, J.L., Ho incontrato Dante sul tram 76”, Corriere della Sera, 16 giugno 2008.

Calvino,I., Lezioni americane – Sei proposte per il prossimo millennio, Garzanti, Milano, 1988.

Panesi, J.  “Borges y la cultura italiana en la Argentina”, in Críticas, Buenos Aires, Norma, 2000.

Balboni P.E. (2002), Le sfide di Babele. Insegnare le lingue nelle società

complesse, Torino: UTET Libreria.

 

Coonan C.M. (2002), La lingua straniera veicolare, Torino: UTET.

 

Devoto F. (2006), Historia de los italianos en la Argentina, Buenos Aires: Biblos.

 

Galli C. (2010), La humanidad cultural, Buenos Aires, Katz.

 

Giardinelli M. (2006), Volver a leer. Propuestas para ser una nación de lectores, Buenos Aires: Edhasa.

 

Morin E. (1999), La tête bien faite, Paris: Seuil.

 

Nussbaum M. (1997), Cultivating Humanity, Cambridge, MA – London:

Harvard University Press.

 

Marco Común  de Referencia Europeo de las Lenguas (1998), Strasbourg: Consejo de Europa.

 

Patat A. (2004), L’italiano in Argentina, Perugia: Guerra.

Rancière J. (2007), El maestro ignorante. Cinco lecciones para la emancipación intelectual, Buenos Aires: Libros del Zorzal.

 

Andreotti F.R., Russi V., a cura di (2008), Il senso narrante. Pagine di narrativa italiana 1900-2008, annotate per lettori stranieri, Perugia: Guerra.

 

 Russi V., Spera L., Strappini L., a cura di (2010), Tempi di versi. Pagine di poesia italiana 1900-2009, annotate per lettori stranieri. Perugia: Guerra.

 

Taylor C. (1992), Multiculturalism and the Politics of Recognition, Princeton, NJ: Princeton University Press.

 

Vedovelli M. (2010), Prima persona plurale futuro indicativo: noi saremo. Il destino linguistico italiano dall’incomprensione di Babele alla pluralità di Pentecoste, Roma: EDUP.

 

Vedovelli M. (2011), Storia linguistica dell’emigrazione italiana nel mondo, Roma: Carocci.

 

Zollo L. (2009), La enseñanza de la lengua y de la cultura italiana fuera de Italia: un panorama actual, con especial referencia a Latinoamérica, Atti XIIJornadas de enseñanza de lenguas extranjeras en el nivel superior, Paranà,prov. di Entrerríos: Universidad Nacional de Entre Rìos – Fac. Ciencias dela Educación, Universidad Autònoma de Entre Rìos – Fac. de Humanidades,Artes y Ciencias Sociales, pp. 26-29.

 

Zollo L. (2010), Bilinguismo ed educazione per il Terzo Millennio, in Aportes para la enseñanza-aprendizaje del italiano-español como lenguas extranjeras,INSIL-SECYT, Università di Tucumàn, pp. 185-192.

 

Zollo L. (2011), Borges e la cultura italiana: questioni di identità, in Sodalitas. Italia e Argentina. Itinerari di ricerca dallantichità allepoca della globalizzazione, Bari: Cacucci Editore, pp. 217-224.

 

 



[1] Rancière, J. (2007) p. 167

 

 

[2] Rancière, J. (2007) prólogo, p.13

 

[3] Hakan Gunday, “Il trafficante bambino”, Internazionale n.1136, p.95-97.